ESTUDIO PRIMERA DE JUAN CAPITULO 4 Parte B


Capitulo 4

Versículo 12

Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros.

En este versículo Juan nos sorprende con una afirmación que a simple vista nos puede llegar a parecer fuera de lugar “Nadie ha visto jamás a Dios” dicha afirmación es una realidad que vemos desde el antiguo testamento, hasta hoy, vemos a Moisés una de las personas que tuvo una cercanía muy profunda con el Señor pero solo logra ver las espaldas de Dios,
tenemos también muchos otros personajes bíblicos que tuvieron encuentros muy significativos con Dios de los cuales no voy a profundizar en ellos, pero ninguno de ellos logro ver al Señor en su plenitud. Ahora ¿Cómo podemos unir esta afirmación con el resto del versículo? Uno de los anhelos más grandes de un cristiano es conocer a Dios y habitar en su presencia, (al menos es mi deseo, no sé si sea el tuyo) sabemos que por más que queramos, en esta carne nunca podremos ver físicamente al Señor, y aguardamos su venida, para que este cuerpo mortal se vista de inmortalidad, y podamos verlo en todo su esplendor y gloria, pero la promesa que la palabra nos da este versículo es que, cuando decidimos amarnos los unos a los otros, la presencia de Dios se comienza a manifestar en nuestras vidas, sabemos que cuando oramos la presencia de Dios se manifiesta en nosotros, cuando cantamos y adoramos a Dios desde nuestro espíritu, su presencia se manifiesta en nosotros, pero es cuando caminamos en amor que la presencia de Dios permanece en nosotros, y esto es algo maravilloso, pues tiene una consecuencia de incremento y crecimiento en nuestras vidas, pues cuando más amamos a nuestros hermanos y a las personas que nos rodean, la presencia de Dios se hace más tangible en nuestras vidas, y esa presencia hace que nuestro amor hacia nuestros hermanos se perfeccione cada vez más, para poder llegar a tener más de Dios en nuestras vidas, tan solo basta con sembrar una semilla de amor en las personas que nos rodean, muchas veces pensamos que debemos de hacer grandes actos de amor para demostrar que Dios está en nosotros, pero cuando comenzamos con cosas simples, como saludar, dar una sonrisa, ceder una silla, hacer una oración por aquel que está en necesidad, esa semilla de amor va ir creciendo hasta que seamos cada día mas como Jesús, es hora de empezar a amar, empecemos por lo pequeño, empecemos por lo práctico.

Versículo 13

En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu.

Sé que muchos de nosotros por muy maduros que seamos, en nuestro caminar con Cristo, en algún momento de nuestra vida cristiana nos hemos preguntado si verdaderamente somos salvos, ya sea porque hemos caído una y otra vez en el mismo pecado, o en algún momento nos hemos desanimado por alguna circunstancia que hemos atravesado, todos de una u otra forma nos hemos hecho esta pregunta. En esta misma carta el apóstol Juan nos muestra algunas pruebas para lograr saber si verdaderamente hemos nacido de nuevo o no, una de ellas por ejemplo nos habla acerca del amor hacia los hermanos, como una manera  de saber si hemos pasado de muerte a vida, “1 Juan 3:14  Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte.” Esto es algo que nos debe llevar a examinar profundamente nuestro cristianismo, ahora en este versículo que estamos estudiando arriba, nos dice algo, que es mucho más definitivo que las pruebas que mostraba en versículos anteriores, sin desmeritar ninguno de ellos, este versículo nos dice que la manera en que personalmente podemos conocer si verdaderamente permanecemos en él y él en nosotros (es decir somos salvos) es por la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas, al leer este versículo se me viene a la mente aquel pasaje donde el apóstol Pablo nos hablaba acerca del mismo tema Romanos 8:16  El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Muchas veces como cristianos pecamos cuando somos débiles y nos dejamos tentar en ciertas áreas, pero a pesar de esas caídas, el Espíritu Santo está ahí para darnos ese testimonio de que somos hijos de Dios y por esta razón debemos levantarnos una vez más, nos muestra que el Padre aun nos ama y nos perdona.

Si en verdad hemos creído de corazón en Jesús, como nuestro Señor y Salvador y nos hemos arrepentido de nuestros pecados, el Espíritu Santo entra a morar en nuestros corazones, esa es una verdad innegable, en Efesios 1:13 dice:  En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa" y como sabemos que esto ha ocurrido en nuestras vidas... déjame decirte… mmmmm… la verdad es inexplicable con palabras, solamente tú sabes, porque sabes, hay algo dentro de ti que da un testimonio más fuerte, que tus pecados y debilidades, el testimonio que dice: Dios está en mi vida, el Espíritu Santo mora en mi, es esa fuerza sobre natural que está en tu espíritu que te lleva a acercarte a Dios y querer agradarle y hacer su voluntad aunque a veces caigas y falles.

Muchas veces nos preguntamos si tal hermano o tal persona es verdaderamente salva o no, pues lo vemos cometiendo algún pecado, muchas veces declaramos juicios sobre alguien al analizar quizás su conducta “pecaminosa” o “santa”, y nos atrevemos a declarar que tal persona si es verdaderamente salvo y tal otra no lo es, si bien el mismo Jesús nos dijo que por los frutos conoceríamos a las personas, y también que en medio del trigo crecería la cizaña, esto no nos da el derecho que tan solo Dios tiene de declarar si una persona ha sido verdaderamente salva o no, (bueno, sabemos que según la biblia, un ateo que reniega de Dios y blasfema de Jesucristo,

obviamente no es una persona salva, o un budista, o un musulmán que adora a alá o un brujo satanista tampoco), pero muchas veces nos atrevemos a dictar juicios contra personas que asisten a la iglesia, como decía antes, sabemos que no todos los que asisten a una iglesia son verdaderos cristianos, es muy posible es que muchos en la iglesia no son nacidos de nuevo, al punto al que quiero llegar es que, solamente el Espíritu Santo es el que puede llegar a dar certeza absoluta si alguien es hijo de Dios o no, y esa certeza no se la da a terceros se la da a cada persona en particular.

Hay momentos en que verdaderos cristianos pueden llegar a vivir en un estado de carnalidad, cuando se dejaron seducir por el mundo o por algún vicio o están pasando por un momento de rebeldía, y quizás esto los aparte de la iglesia, ¿qué tan bajo puede llegar a caer?, pues no lo sé, todos conocemos la historia del hijo prodigo, que se descarrió siendo hijo, al punto de revolcarse profundamente en el pecado del mundo y llegar a comer las algarrobas de él (ahora esto no será la constante en la vida de un cristiano, será un estado temporal) pero también debemos de entender que según la biblia no hay un límite de tiempo, ¿cuánto durara su descarrío?, ¿un día?, ¿un mes?, ¿un año?, ¿diez años?… la biblia no nos habla de tiempo, no hay versículo que diga “si después de un año el hermano no se reconcilia con Dios, es porque nunca nació de nuevo” por eso debemos entender, que no sabemos cuánto tiempo un verdadero cristiano puede llegar a vivir en un estado de carnalidad, lo que sí sabemos es que si verdaderamente es un hijo de Dios volverá a los brazos de su padre, pero mientras llega, ¿cómo poder saber si algún día llegara?, ¡pues eso no lo sabemos!, solo lo sabe el Espíritu Santo quien es el que da testimonio de si verdaderamente es un hijo de Dios, también puede suceder que nunca se reconcilie con Dios, pues posiblemente nunca conoció verdaderamente a Cristo como su salvador, o en un caso extremo ha renegado de su fe en la sangre de Cristo,  por esta causa es muy difícil y sumamente equivocado emitir un juicio diciendo que si un hermano de la iglesia está en pecado no es un verdadero hijo de Dios, que sabes tú sí está atravesando por un momento de debilidad en su vida cristiana y pronto se reconciliara con Dios, en estos casos solo podemos limitarnos a orar y animar a aquellas hermanos que se encuentra en esta condición, en vez de creernos Dios y emitir juicios de quien es salvo y quien no, quien es de Dios y quien no, esa tarea le corresponde solamente al Espíritu Santo, no a nosotros. Es cada persona en particular que debe examinarse ante Dios y solamente ante él, si verdaderamente el Espíritu Santo mora en su ser y está dando testimonio de una vida cristiana, pues al final no le rendiremos cuentas a los hombres, le rendiremos cuentas a Dios.

Versículo 14

Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo.

Al escuchar estas palabras del apóstol Juan, trae esperanza a nuestros corazones el hecho de que lo que él está hablando no nace simplemente de una historia que le contaron o un mito popular del cual él se apropió, no solamente tenemos la certeza de que está hablando inspirado por el Espíritu Santo, sino que las cosas que él relata acerca de Jesús, son cosas que él mismo experimento, que él mismo palpo con sus manos y vio con sus ojos, en este versículo nos habla de la experiencia que tuvo personalmente con Jesús, sabiendo que Cristo no era simplemente un ser humano más, sino que Jesús era el hijo de Dios enviado por él  para traer salvación al mundo, esta verdad nadie se la conto, el mismo lo experimento, fue de sus propios oídos que escucho acerca de la salvación que traería Jesucristo al morir en la cruz, esto me lleva a reflexionar y pensar, cuanto de nuestra vida ha sido una experiencia genuina con Cristo, si bien nosotros no tuvimos el privilegio que tuvo el apóstol Juan al caminar con Jesús y conocerlo personalmente, ciertamente nosotros en nuestro espíritu tenemos acceso libre y con confianza al trono de la gracia, para poder conocer de una manera personal a nuestro Señor, en el momento de compartir el evangelio debemos ser capaces de declarar con toda la sinceridad de nuestro corazón que ciertamente sabemos que el Jesús es el salvador del mundo, pues lo hemos experimentado de una manera profunda y personal.

Versículo 15

Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios.
Este versículo nos muestra la importancia de las palabras en nuestra vida, si bien en algún circulo de la iglesia se ha hecho un énfasis desmesurado en cuanto a este tema, no quiere decir que no sea algo de los cual los creyentes debemos estar apercibidos, la manera en la que hablamos y las palabras que confesamos de una manera u otra repercutirán en nuestra vida tarde o temprano, aquí el apóstol Juan nos habla la importancia que tiene confesar a Jesús como hijo de Dios, el hecho de declarar con nuestra boca esta verdad tan importante del evangelio implica muchas cosas, en aquella época para un judío declarar que Jesús era el hijo de Dios era prácticamente hacerse enemigo de su propio pueblo ya que para los judíos tal afirmación era una blasfemia y esto significaría que sería perseguido, encarcelado y aun hasta asesinado por proclamar tal afirmación, para nosotros hoy en día en nuestra cultura occidental no tiene esa misma repercusión en ese sentido, pero en el sentido espiritual de ella, tiene un significado muy grande, cuando declaráramos que Jesucristo es el hijo de Dios, estamos diciendo que Jesús también es Dios, pues para los mismos judíos el hecho de que alguien hiciera tal declaración, se estaría haciendo semejante a Dios como nos muestra Juan 5:18  Por esto los judíos aún más procuraban matarle, porque no sólo quebrantaba el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios. Dicha afirmación también habla acerca del gran amor del padre al enviar a su propio hijo para ser sacrificado por nosotros los pecadores, también nos habla acerca de que la procedencia de Jesucristo no es solamente humana sino divina, ahora esto es algo sumamente maravilloso, pues la promesa que nos trae el confesar que Jesús es el hijo de Dios, (cabe anotar que es una confesión acompañada del pleno entendimiento de esta y la fe inquebrantable en este maravilloso hecho, no simplemente repetirlo como un rezo o una frase de cajon) es que Dios va a permanecer en nosotros y nosotros permaneceremos en Dios, cuando confesamos continuamente esta verdad con nuestra boca lo que hacemos es afirmar nuestra fe en quien es Cristo, en el amor del Padre, en la seguridad de nuestra salvación, y esta fe es la que nos hace estar firmes en Dios y Dios en nosotros.


Versículo 16

Nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.

En este punto nos encontramos con uno de mis versículos favoritos de la biblia o al menos uno de los cuales Dios me ha ministrado de una manera bien especial. Durante mi vida cristiana y aun antes de llegar a los caminos de Dios, siempre escuche la frase “Cristo te ama”, y en verdad pude conocer ese amor cuando le entregue mi vida a Cristo, hace algún tiempo atrás llego a mis manos un CD de un cantante cristiano al cual admiro mucho y su música ha sido de gran bendición a mi vida, pero este Álbum en especial traía un mensaje que llego a ser muy profundo para mi corazón, todo el disco hablaba acerca del amor de Dios hacia sus hijos, y me llenaba el corazón al escuchar cada canción, pues tomaba versos bíblicos que explicaba el amor que Dios tiene para con nosotros, y de una manera u otra, pude conocer de una manera muy especial el amor de Dios hacia mí, conocía que Dios me amaba, pues me lo demostró enviando a su hijo a morir por nosotros, pero sabía que aún faltaba más, cuando un día en una sala de espera en un centro médico, me puse a leer 1 de Juan y cuando llegue a este versículo que hoy estamos analizando, salto de una manera muy impresionante a mi vida, durante mucho tiempo me había concentrado en conocer el amor de Dios para con migo, pero al encontrarme con este versículo entendí que no era suficiente el conocimiento del amor de Dios, sino que también era muy importante creer en ese amor, una cosa es conocer que Dios te ama, pero otra cosa muy distinta es creer que Dios te ama,  el conocer que Dios te ama, puede cambiar tu mente y pensamientos, pero cuando tú crees en ese amor, transforma todo tu corazón, es como el evangelio, tu puedes conocer toda la doctrina correspondiente a la salvación, pero hasta que no lo creas de corazón no te va a salvar, el apóstol Juan nos dice que él no solamente había conocido el amor de Dios hacia él, sino que también lo había creído, de ahí que este hombre es uno de los que habla de una manera tan profunda con respecto al amor de Dios y el único que en la biblia nos muestra que Dios es amor, el no solo conocía ese amor sino que lo experimento en el momento cuando creyó, por eso cuando de corazón creemos que Dios nos ama, tendremos esa certeza firme y profunda que nunca nos abandonara, y que Dios siempre procurara nuestro bien (aunque no lo entendamos). Cuando estoy pasando por alguna prueba o necesidad y aun tentación, traigo a mi mente el hecho de que Dios me ama y porque creo de corazón que Dios me ama, él no me desamparara ni me dejara, en la tentación me socorrerá, pues su amor estará ahí para fortalecerme, cuando creo que Dios me ama sé que por ese amor tan grande, él suplirá todas mis necesidades conforme a sus riquezas en gloria, en el momento de la angustia y de la prueba solamente basta con mirar a la cruz y entender que esa fue la máxima prueba del amor de Dios por una humanidad caída y perdida.

Por eso el apóstol Juan nos recuerda que Dios es Amor, la esencia más pura de su ser es amar, y cuando nosotros permanecemos en ese amor creyendo en él, estamos permaneciendo en Dios mismo y por ende Dios en nosotros, si queremos llegar a amar tenemos que aprender de Dios, y para poder aprender como Dios ama debemos de creer que verdaderamente él nos ama, recuerda que el amor que le debemos a los demás y que Dios demanda de nosotros no es un amor humano, nacido bajo emociones humanas, sino es el amor que procede de Dios que está en nuestros corazones y es real.

Versículo 17

En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo.

Para entender este versículo debemos ligarlo con el anterior, ¿En que es que se ha perfeccionado el amor de Dios para con nosotros? Cuando como hijos de Dios nos interesamos en conocer a Dios y conocer su amor hacia nosotros, pero no solamente eso, sino que creemos en ese amor que Dios nos ha dado, es cuando su amor se perfecciona en nosotros, a través de la fe en ese amor tan grande es que tendremos la confianza que en el día del juicio no seremos condenados, pues hemos sido hechos participes de ese amor tan grande, Dios quiere darnos certeza y seguridad que si nos hemos arrepentido de corazón y hemos creído en su hijo como Señor y Salvador, como una gran muestra de amor por nosotros, estemos seguros que por esa muestra de amor estaremos confiados en el día del juicio, pues ese amor derramado en la cruz es el que nos ha transformado y nos ha cambiado y de hecho nos sigue cambiando para llegar a ser cada día más como Jesús.

Versículo 18

En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.

Hay varias enseñanzas que nos puede dejar este versículo, la primera la más contextual es que definitivamente, cuando conocemos y creemos en el amor de Dios, ese amor sacara de nosotros todo temor y toda desconfianza, pues sabemos que nuestros Dios es bueno y amoroso y siempre estará ahí para cuidarnos en todo momento, el único amor perfecto es el de Dios y el que viene de Dios en nosotros, el temor por el contrario es una muestra de duda e incredulidad, por eso el apóstol Juan nos dice que el temor lleva en si castigo pues el temor es desconfianza en el poder de Dios obrando en nuestras vidas, por esta causa debemos examinar muy profundamente nuestra vidas si hay algún tipo de temor no sano, y digo no sano porque hay temores que son buenos, si yo le tengo miedo a las serpientes venenosas este temor me llevara a alejarme de ellas y eso evitara que me muerdan, pero no me refiero a esa clase de temor, sino el temor a las circunstancias que muchas veces nos llenan de ansiedad y preocupación, si estamos permitiendo este tipo de temor en nuestras vidas, es necesario que miremos profundamente que tan fuerte esta la conciencia del amor de Dios en nuestros corazones, si en verdad conocemos ese amor, y más aún si en verdad lo creemos, pues así se perfecciona el amor de Dios en nuestros corazones, otra de las enseñanzas que deja en mi corazón este versículo es el hecho de que muchas veces por temor a diferentes cosas, no manifestamos el amor de Dios a aquellos que lo necesitan, un ejemplo claro es cuando evangelizamos, muchas veces tenemos temor de hablarle el evangelio a nuestros amigos y aun a nuestros familiares, porque pensamos que nos criticaran o se reirán de nosotros, o quizá nos llamaran fanáticos o tantas cosas que pueden suceder, cuando estas cosas pasan, está demostrando que el amor de Dios aún no se ha perfeccionado en nuestros corazones, pues tenemos temor, debemos colocar el amor hacia aquellas personas que tienen una gran necesitad por encima de todo temor, pues sabemos que la muestra más grande de amor que uno le puede manifestar a una persona es compartirle el evangelio, mucho más que darle alimento o vestido, aquellas cosas son importantes, pero lo que tiene más valor es mostrarles la gracia de Cristo, debemos sacar fuera ese temor, amando de corazón a la personas que necesitan esa ayuda, que el amor venza a el temor, no permitas que el temor te frene… ama.

Versículo 19

Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.

En este momento pienso, que podemos hacer nosotros para que Dios nos ame más, más aun que hicimos para que Dios nos empezara a amar, yo creo que absolutamente nada, el amor de Dios es incondicional bajo cualquier circunstancia, no depende de nuestros hechos ni de nuestras acciones, no depende de los pecados que hayamos cometido, o las buenas cosas que dejamos de hacer o hemos hecho, él nos ama de su propia voluntad, porque él así lo quiere, y punto, que más hay que decir, al ver ese amor tan grande y terriblemente inmerecido hacia nosotros unos pecadores que no valíamos nada, no nos queda más sino rendirnos ante ese inconmensurable amor, y solamente poderle retribuir en una mínima manera, amándolo con todo nuestro corazón, y un amor bíblico guardando sus mandamientos, y aunque a veces pequemos cumplimos con el mandamiento de confesar nuestro pecado ante él, alguien que no ame a Dios, es porque jamás ha abierto su corazón a el maravilloso y tierno amor de Él, pues como en este versículo dice el apóstol Juan “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.”

Versículo 21

Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?

Continuando con la misma idea que hemos venido hablando, el amor tiene una relación muy estrecha en relación  el amor de Dios por nosotros y el amor de nosotros por Dios, con el amor de nosotros por nuestros hermanos, una siempre dependerá de la otra, este versículo uniéndolo con los anteriores nos da la explicación  del mismo, en el versículo anterior veíamos que la razón que nos mueve amar a Dios es el conocer y creer que él nos amó primero a nosotros, ahora la prueba de que nuestro amor por Dios es real, se basa en el amor a nuestros hermanos, algo que puedo entender con este versículo es que definitivamente es más fácil amar a nuestros hermanos que a Dios, pues si nuestros hermanos que vemos todos los días que tenemos comunión con ellos, no los podemos llegar a amar genuinamente, será imposible amar genuinamente a Dios, lo podremos amar de palabras pero ya sabemos que eso para él no funciona, es imposible separar estos dos hechos, el amar a Dios, con el amar a nuestros hermanos, juntos van de la mano, sé que entre más ame a Dios, amare más a mis hermanos, pero también, entre más ame a mis hermanos, mi amor por Dios será mucho más genuino y verdadero.

Versículo 22

Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano.  

Imposible separar este versículo del anterior, pues es la prueba que no podemos separar el amor de Dios con el amor hacia nuestros hermanos, ahora recuerdo el momento de la conversión del apóstol Pablo, dice que él iba camino a damasco respirando amenazas contra la iglesia del Señor, quería perseguir, encarcelar y matar a cristianos, por Jesús se le presenta en el camino y es sorprendente las palabras que el Señor le dice: “Saulo porque me persigues” todos sabemos que a quien Saulo estaba persiguiendo era a los cristianos, y no a Jesús, esto me da a entender que cuando nosotros odiamos y maltratamos al cuerpo de Cristo estamos ofendiendo al mismo Cristo, por eso no podemos decir que amamos a Dios mientras estamos juzgando criticando, y ofendiendo a nuestros propios hermanos, tal cosa seria una mentira pues estamos odiando al mismo Señor que nos rescató, o al menos eso es lo que nos da a entender estos versículos.

Por Jhon V

Comentarios